23 nov 2010

¿TU? - existes






Después de todo la pregunta aún permanece en el aire.

¿Cuantas noches, no me viste estirar las lágrimas por debajo los codos?

Amargamente respondes y tus ojos languidecen perdiendo su color natural.
Nunca.
No se si esto alegra o me perfora el sentimiento ya que de ser por bien, desde el punto de vista mío, nunca llegaste a disfrutar de mis lagrimas como siempre pienso buscaste. Y de ser por mal, jamás algún momento pensaste en mí y eso es lo que aún sumerge mis sentidos a ahogo de las noches.
Aún continúa en el viento zigzagueando

¿Si la imagen que me vendiste es el original o solo es una copia de una figura que jamás existió?

Con ese recuerdo me embriago las noches que cierro los ojos para inventar un final diferente, con ese recuerdo de cada cuadro vomito en los días que sostiene mi cuerpo.

Y ¿Tu?

Desayunando; la masa espesa de mi cerebro, resuelves con una carcajada tu escepticismo a mi dolor de amante exiliado.
Esto es mi gemido, esto mi queja esto es el llanto que de mi corazón nace; no digo de la razón por que la fuente que la engendra te la consumiste, acompañada de la copa que sostenía las escasas gotas de lagrimas que mis cristales guardaron para tu adiós.

¿Cuántas veces consideraste, si el amor de niño que te ofrecí se acercaba al metro de tus pies?

Digo a tus pies, por que me dijo tu par que es con ellos los que piensas y que lo tienes tan desgastado que tu llanto cae por ellos.
Vil mentira le decía, jamás cogerás sus tallos ni beberás de sus ramas.
Como si en verdad merecieras semejante sacrificio, me sacrifico por ti aún cuando la existencia exige, igual me repongo por que supongo que eres entre todo ello algo de María debes de tener.




16 nov 2010

¿RESPUESTA?





Esta no es una poesía ni nada por el estilo es solo una conversa, a la que llamaría mediación entre el pasado y lo incierto.



Cuando deslizaba la mirada por las líneas del libro de un escritor diáfano, rápidamente ordenaba en mi mente la forma como podría contar la melodía amarga que una noche antes a la de hoy, me acusó.

Martes era el día, cerca a la una y cuarenta de la tarde rompe mi distracción al sonar el teléfono lejos de mis oídos, agazapado a la lectura que no quería interrumpir me obliga la conciencia a contestar.

Pronto deje la página y la música que moría al lado suyo para salir al encuentro de una llamada que imaginé en lo mas mínimo me importaría por que son escasas las llamadas que vienen dirigidas hacia mi, entonces no preste atención y me dispuse a descolgar el auricular y echar una voz frágil que parecía estuviera hablando el niño que en mi descansa: aló buenas tardes; y al otro lado del teléfono, me imagino que era uno de público por que se oía ruido lejano, una voz reventó. Aló se encuentra tal persona, a lo que asentí de inmediato más que por el nombre que había mencionado que sin duda, como dije antes, poco me interesó; era la voz que tiempo antes me había injuriado amargamente, más que por razón era de dolor.

- Ciertamente tenía todo el derecho el mundo y sus descargas de enfado descansaban en una razón que solo yo sabía y ella jamás tendría que enterarse si no fuera por mí, pero ello no ocurrió, lo cierto es que encontró una excusa casi perfecta por que puso fin a la historia; increpándome toda la responsabilidad a mí y a mi escepticismo por su fe. En un correo recibido hace varios días me explicaba las mil razones firmemente fundadas desde el punto lógico y descabelladamente desfigurada de la verdad, así que ayer me arme de valor para increpársela a la supuesta raíz de lo acontecido y encontré una respuesta que me imaginaba estaría por confirmar, una negativa a todo lo dicho.-

Un momento por favor, dije; y pronto Salí en busca de la persona que sabia no se encontraba solo para tomarme un tiempo y pensar si lanzarme a conversar, lo que implicaría desnudar la herida que va secando amargamente o mejor debería dejar que el tiempo ayude a esparcir cada centímetro de recuerdo agridulce.

Resolví por la segunda opción; cuando regresé ya sabría que era yo quien contestó por que habría reconocido mi voz aquella que siempre escuchó decir palabras dulces cuando nos echábamos a conversar por largos momentos. Que por cierto era la misma línea testigo de todas las aquellas palabras que inventaba y que ahora nos escucha distantes y sin ninguna forma de reinventar palabras de ese tipo. No se encuentra la persona que busca, dije; y al otro lado reventó una voz más suave como una especie de nerviosismo, lo que resolvió toda una conversación en una sola palabra, Gracias.

Luego de dos segundos colgó el auricular mientras yo mantenía aún en el aire, al tercer segundo me acerque y deje caer sobre la plataforma que lo reposa.

Alejado de lo sucedido apagué mi mente de esos pensamientos que hieren y estrangulan, regresé a las líneas que postergué debido a aquella llamada. Y ella seguramente se deslizo tímidamente por el cementerio de indiferencia percibida; apagando su silencio, se marcharía al lugar más remoto donde se confiere un momento de felicidad. Entonces cruzaremos miradas nuevamente por que ahí caigo también yo.