Luego de un sábado poco claro en cuanto a lo que
acostumbrado estoy de hacer, nace un domingo que más que entretenerme entre sus
sabanas me desvive en la idea de realizar un acto que jamás en mi tendida y tímida
existencia había hecho.
Pese al contraste claro del día; mi habitación yacía sumida
en la nostalgia de sus mensajes, de su voz encendida con un color particular
que solo su permanencia en aquella lejana tierra podía tocarla. Todo comenzaba
a extrañar, incluso el escaso olor a su perfume que dormita dentro de mí.
Todo su espectro de pronto, inevitablemente, llegó como
llega la fe en el desierto; llegó hacía no mucho el bote que me mantendría a
flote, su retrato. Con su sonrisa oriental y su mirada entre dormida sostenía
un ramo de rosas que no hacía más que acompañar la orquesta que comenzaba su
sinfonía.
Era mi Gioconda, el
retrato más preciado. De los muchos que duermen en la memoria de mi ordenador
la que más viva se mantenía, entonces dije… porque no hacerla parte de todo. Así
comenzó y así se quedó, sonriéndome cada vez que enciendo o me dirijo hacia
alguna ventana, ella me sonríe, me mira y me levanta el ánimo que alicaído lo
tenía, esta ella con su misma sonrisa de verano, con los mismos ramos de rosas
que indican que la primavera nunca se irá, vino para quedarse y aquí esta, sonriéndome
a cada instante.
El día me sonríe, todo pasa tan de prisa que extraño esos
momentos lánguidos donde los segundos eran horas, extraño esos momentos porque
esos momentos ahora los necesito para embeberme del pequeño mundo que he construido.
Estarás por los valles del desierto caminando, estarás por
los confines de la tierra navegando, tus pasos seguramente han de llevarte por
donde la voluntad de Dios despierta; ha de tu voz abrigar unos oídos desiertos,
mientras que en los míos Dios despertará la canción que en silencio cantarás y
cuando la noche cae allá donde ella te coge, soñarás los mismos sueños que en
este mundo yo los tengo, porque quien pone las imágenes ahí dentro es el mismo
quien nos mantiene respirando, el mismo quien me dicta estas palabras y me
mantiene con vida…
Quiero no despedirme, sino solo decirte hasta luego; porque
mañana te he de volver a ver… al menos eso es mi deseo, hasta luego…
No hay comentarios:
Publicar un comentario