16 ene 2012

TIEMPO I




Nadie tiene el asiento comprado en este mundo, nadie puede decir que el muro que ha levantado es eterno e inquebrantable. Ya lejos de aquellos primeros meses, meses agudos y nostálgicos, vuelvo a recordar como un vago sentimiento, de que aquello, es como ahora se me presenta solo que bajo dos aristas opuesto.

Creí cuando llegaba por vez primera a pisar este espacio, que más pronto que tarde terminaría marchándome (después al comentar entre los colegas, creo que la mayoría coincidimos en tal punto) y que el animal de ojos firmes no me contaría en sus planes puesto que ya estaría más lejos de lo lejos antes de que mi olor le resultase familiar. Pues bien, como ya señale, a muchos meses de aquellos días, ni lo uno ni lo otro resultó, ni yo me marche ni el olvido que estaba aquí, sino todo lo contrario; fui yo quien le vio partir, a quien el olor de su presencia le resulto familiar, quien orquesta su ausencia y ensalza su memoria en un momento de recuerdos acumulados. Hace una semana partió, y yo sigo aquí.

Este camino que busque andar, está lleno de aventuras, aventuras que inventé y que me ayudan a sopesar la infinita miseria que encierra mi ser; desde aquellos días, mis pasos han caído en múltiples ocasiones y de esa misma forma siempre se puso de pie, gracias a la mano de los amigos que siempre estaban y a mi quebrantada voluntad.

Contar cada anécdota de lo ocurrido por el silencio de mi camino seria contar momentos de inmensas amarguras y rabias, como todo ello me lo reservo para debatir en mi interior (en el mundo de mis ideas), mejor solo cuento las cosas más agradables, cálidas y como no los desengaños vividos que ahora, a la distancia, me resulta más humorístico que en su momento.


Sabes xola, al escribir estas líneas te imaginaba y quería pintarte como centro de todo esto, pero como te irás dando cuenta, tu imagen está enterrada en los lugares más remotos de la imaginación a miles de moléculas de pinturas (como lo habrás podido notar), por lo que te resumo en solo este párrafo.

Cantarlos a cada uno por sus nombres sería faltarles poco más de respeto por lo que resuelvo a esconderlos detrás de sus apelativos. Aunque estos pueda repetirse, pero ellos saben a quienes me estoy refiriendo…


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